En la naturaleza es donde encontramos la belleza en su estado más
puro. Nuestros conceptos de la armonía y de la perfección han sido
modelados durante toda la evolución humana por los propios estímulos
naturales. Por eso, nuestro ideal del concepto plástico suele tender
hacia lo natural y simple, o, como reacción, a todo lo contrario: lo
artificial, lo enigmático o lo complicado.
El Universo, donde la naturaleza despliega toda su plenitud, está
repleto de ejemplos que ilustran esta bipolarización: objetos que nos
deslumbran por su inocencia natural y otros, por su especial artificiosidad
y barroquismo.
En ese Cosmos que nos envuelve en su grandeza, y tanto en las
escalas más pequeñas de sus componentes, como en las mayores estructuras
reconocibles, encontramos además ejemplos simultáneos de
sencillez suprema y de grandiosidad, de belleza plástica y de impenetrabilidad.
Los mismos objetos pueden motivar en nuestras mentes
sensaciones de calma y desasosiego, paz e intranquilidad.
Esta exposición muestra algunas de esas obras de arte naturales, que
resultan especialmente sugerentes y que se exhiben en diferentes lugares
del Universo. En este pequeño museo virtual, las obras son los
propios rincones de nuestro Cosmos.
Por razones obvias, no podemos exponer los objetos originales, ni en
sus tamaños reales y nos vemos obligados a exponer reproducciones,
que han sido realizadas por los más experimentados especialistas, con
las técnicas más avanzadas y con los mejores instrumentos.
Todas las obras mostradas, en su estado natural están, además, en
movimiento constante, interpretando un ballet de proporciones gigantescas
cuya coreografía es, en sí misma, otra obra de arte. En esta
exposición nos es imposible reproducir esa danza inacabable y sólo
podemos plasmar un instante de la historia de estos objetos cósmicos,
de los que hemos procurado elegir los momentos más bellos a
nuestros ojos.
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